Desde hace algún tiempo se viene hablando del proyecto de remodelación del estadio Mateo Flores, para convertirlo en un escenario moderno, con casi el doble del aforo actual, dispositivos de seguridad y comodidad para los asistentes, palcos privados y abundante espacio para parqueo, entre otras cosas.
En días pasados, el órgano oficial de divulgación de la CDAG, la revista Es Deporte, publicó un reportaje en el que, a grandes rasgos, describe lo que se pretende hacer. Nadie en su sano juicio puede oponerse a que el estadio sea remodelado, a menos que esté pensando en uno completamente nuevo, pero hay cosas que deben aclararse antes de formalizar el proyecto.
Se dice que la pista atlética será suprimida para dar cabida a más espectadores, hasta un total de 52 mil. Lo mínimo que esperamos es que primero se construya el estadio de atletismo en la Zona 7 y, cuando esté en servicio, se proceda a eliminar la pista del estadio nacional, para que los atletas no se queden sin un lugar para entrenar y competir.
Dado que el proyecto costará 150 millones de quetzales, va a ser necesaria la participación de la iniciativa privada por medio de concesiones, pero el proceso debe ser transparente, con licitaciones públicas y auditadas, sin información privilegiada para las empresas de los amigos y obstáculos para sus competidoras.
En la publicación en referencia también dice que “se tiene prevista una remuneración para el deporte, para que la empresa privada tenga acceso a modificar el nombre del estadio”. En otras palabras, están pensando eliminar la denominación “Mateo Flores” y vender el nombre del estadio al mejor postor, idea en la que estamos en total desacuerdo, ya que lo mínimo que el país puede hacer por el deportista más grande que ha tenido, es darle su nombre a la principal instalación deportiva.
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